
Caminé sobre la espesa capa de escarcha que había en el suelo, riéndome por que no estaba fría, ni era amarga. Era dulce como si tuviera azúcar y era cálida como un acolchado de los gruesos.
Todo parecía envolvernos, y albergarnos. Y una sensación de seguridad me invadió. Por primera vez en mucho tiempo me sentía en casa.
Abrí la puerta y dejé los bolsos en el sillón del living, y recorrí las paredes con las manos pegadas a los muros. Como queriendo hacerlo todo más real.
Caminé hacia la habitación que parecía más luminosa que nunca.
Si, estaba en casa
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Continuará...
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