miércoles, 10 de octubre de 2012

You love me

3. Me amaste (06 de Mayo del 2011)

“Linda, me pasó otra vez” digo mirando la foto de mi mujer y mi hija.
Tal vez de mí no se acuerden; soy el médico de la paciente número 220. Hoy notifico mi renuncia a este hospital por motivos personales. Ya fue suficiente para mí. La última paciente terminó con mi cordura… y Dios... Estoy hablando solo aquí, donde sopla el aire fresco de la ciudad. Que por cierto no es tan fresco o lindo. Todo terminará aquí.
En mi locura escribí una carta para ella, la 220. La arrojé en su buzón. Ella de seguro entenderá lo que siento. No en vano hablábamos tanto durante sus sesiones.
Mi mujer y yo trabajábamos juntos, nos habíamos conocido en la universidad, pero nunca nos prestamos atención.

Ella estaba más enfocada en la carrera, mientras que yo había pensado más en la salida laboral que en mi profesión como tal. Empecé por dinero; y terminé la facultad por el mismo motivo. Pensé que ya no iba a cambiar cuando se me presentó una chance.
Por un contacto de mi padre, accedí a mi primer paciente. Yo era un jovencito inexperto y muy poco curioso, pero me llamo su historia. Con este motivo de por medio, tome el trabajo. Este era un hombre que había cometido varios robos pero que no los recodaba ni reconocía haberlos perpetrado. Me recomendaron la hipnosis. Yo, como me iban a pagar, la utilicé. Y jamás pude olvidarlo.

Fue increíble la primera vez. Y jamás quise dejarlo. Me uní primero a la policía; y fue allí donde me la encontré otra vez tras. Apenas habían pasado dos años; y ambos habíamos cambiado tanto. Habíamos crecido, y ahora si estábamos en la misma sintonía. La química entre ambos fue inmediata.
Creo que fueron los mejores años de mi vida; y no he vivido mucho pero eso no le quita valor a lo que hemos pasado juntos.
Amé mi trabajo con ella, éramos un dúo perfecto para todo. Cada uno con lo suyo, nada se nos escapaba. Y pensé que todo saldría bien para los dos. Pensé que resultaría mejor que satisfactorio.
Pero pequé de frialdad.

La pasábamos tan bien, y creía tanto que la amaba que me decidí a casarme con ella. No me equivoqué, pero nada fue como esperaba. Al pensar en números me olvidé si de verdad ella funcionaría tan bien como decía. Y parecía.
Comencé a notar que tenía algunos huecos frágiles en su mente; y que estos la afectaban a la hora de trabajar.
Pero también supe que el detonante fui yo. Estuve mil veces más insano que ella, pero a mí no me había pasado. Adivinen porqué.
Ella buscaba ayudar a la gente con su trabajo; mientras que a mí me movía mi intenso morbo por desnudar la mente de la gente. Exponer hasta lo más íntimo de cada uno, develar sus secretos.
Pero me equivoqué. Ella cayó en un profundo pozo en su propia mente; yo empezaba a desesperarme por ayudarla.

Las mentes repulsivas y sucias que habíamos hallado y develado comenzaron a atormentarla; ya no podía dormir. Desconocía a nuestra propia hija, que en ese entonces tenía 5 años.
Mi mujer la tomó y se la llevó con ella. A este mismo lugar donde el viento sopla tan fuerte.
Saltaron juntas, tomadas de la mano. No sé si mi niña estaba asustada o no, si su madre las agarró fuerte contra ella o la empujó. No sé si fue porque ambas querían alejarse del monstruo de su padre. Llegue tarde a salvarlas. Cortó el teléfono antes de decirme donde estaban.
Cuando recibí la llamada de mi jefe en la comisaría, estaba completamente desquiciado de la espera. En ese momento debería haberme retirado, pero intenté buscar el motivo verdadero de mi accionar.

[En un desesperado intento por suicidarse este hombre se ha disparado en la cabeza.
Milagros por parte de los médicos han conseguido salvarlo, pero su estado aun no es estable del todo. Se espera que mejor en las próximas 48 horas.
-Ese hombre me suena familiar- dice la 220 mientras cocina alegremente. –¡Qué pena un suicidio tan trágico!-
-Bah, debe ser tu imaginación- dice él, mientras revisa el buzón.
Se oscurece su mirada. Rompe el sobre.
“Para la 220,de un fiel amigo” reza en el sobre.]

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