martes, 31 de julio de 2012

Crónicas de mis sueños 7

Rendí todo lo que debía de la facultad! Así que contenta, gente porque son menos cosas para fin de año :D.
El otro día tuve un sueño bizarro que quiero contarles antes de que me resulte demasiado borroso como para recordarlo

Crónicas de mis sueños:
Capitulo 7

Tragedias masivas

Corrían tiempos revolucionarios en el mundo, llenos de peligros y amenazas por las peleas de bandas y terroristas.
Había pocos lugares en el planeta donde vivían aun seres humanos, puesto que la extinción les pareció a los poderosos la mejor manera de agotar las rebeliones y las mentes “subversivas”.
La otra técnica de sometimiento que utilizaron para los que les parecieron más sumisos fue el terror. Cada algún tiempo un grupo de mercenarios daba un “escarmiento” a los jóvenes de la ciudad pequeña en la que vivíamos. De niña mis padres se encerraban en casa rogando que nunca me tocara el día de ser el nuevo escarmiento.

En este mundo rodeado de guerras frías donde la cara del enemigo nunca quedaba a la luz; vivía yo, una estudiante del último año a punto de ingresar a la facultad. A pesar del ambiente constante de tensión, de que las noticias solo mostraban muerte y destrucción a medida que el ejército avanzaba sin ganar nunca la guerra eterna y que la tierra estaba desolada...  Vivía pacíficamente en un complejo de cabañas con pileta y demás comodidades. Ayudaba a mis padres pues ellos eran los encargados. Vivía feliz e ignorante.

Porque es bien sabido que la ignorancia es felicidad.

Un conocimiento rondaba mi cabeza, un terrible presentimiento que me atormentaba. Cuando vi a uno de mis compañeros de clase correr a buscarme en horas de trabajo, sabía que el momento había llegado.


El día y la hora correctas para cambiar los tiempos de miedo y pavor que nos ahogaban en desesperación. Porque nadie sabía si el momento que estaba viviendo ahora sería el último o si podría ver la luz del sol en la mañana siguiente.

Mi compañero gesticulaba cuidadosamente y mi pavor era tal que casi me desmayo. Corrí hasta mis habitaciones justo al lado de la piscina y me cambie de ropa.


Todo nuestro curso había sido secuestrado y faltábamos él, yo y otra chica más que vivía en el antiguo templo de la ciudad donde se levantaba un gran centro de culto. El lugar era buscado por sus famosas conexiones con el mundo espiritual. A menudo muchos desconocidos venían a visitarlo para purificarse, pero se sabía que era una construcción sumamente intrincada. Seguramente ella se encontraría ya a salvo.



Cuando salí de mi habitación el ya estaba esperándome afuera, aferrándose a la pared para no caerse de lo aterrorizado que estaba. Se tomo de mis manos y me arrastro en una frenética carrera para buscar a nuestra compañera en el templo.
Hubo varios episodios borrosos de mi memoria, los intentos de captura que se sucedieron a medida que escapábamos de los mercenarios.

Un momento especialmente espantoso cuando recordé que yo ya había visto los resultados de esto hace unos años… una terrible noche, oscura como la boca de un lobo.
Esa noche mi hermano había desaparecido y yo inocentemente había salido a buscarlo; cuando se me ocurrió que quizá estaría en la escuela. Cuando llegue estaban las luces del patio encendidas peor todo estaba sumido en un profundo silencio. Sigilosamente me acerque a una de las aulas que daba al jardín en el primer piso. Al ver hacia abajo vi a todos los compañeros de mi hermano con el asustados y agrupados en el medio del patio.

Uno a uno, los hombres vestidos de negro a su alrededor fueron disparando a los chicos, y uno por uno fueron cayendo inconscientes al suelo. Muertos.
Este era el famoso escarmiento, masacraban de vez en cuando a los adolescentes del último año de la secundaria, evitando así que se desarrollaran mentes subversivas.

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Los años previos a mis 6 y los otros 6 que le siguieron fueron sumamente curiosos y con sinceridad no los recuerdo con claridad. Están llenos de lagunas mentales inmensas, donde no sabía ni donde estaba o que pasaba.
Según mis padres estuve pasando de terapia en terapia de medico en medico, buscando ansiosamente mi cura.
Gracias a lo que pude ir averiguando, escuche que yo ya no recordaba cómo hablar ni entendía a los demás cuando se dirigían a mí. Que no podia asociar las cosas con las palabras y llegado al punto culmine de mi enfermedad; por lo que pude entender, prácticamente no escuchaba lo que me decían si no que reaccionaba únicamente a los sonidos fuertes. Así mi madre me hablaba y si una olla se caía al suelo yo reaccionaba escondiéndome, pero jamás por lo que me decían. Fue volver a aprender todo de nuevo.

Estudie intensamente luego de mi recuperación para poder alcanzar a los de mi clase y terminar con ellos la secundaria. Pero en especial por él. El mismo chico que había corrido a buscarme a mi casa para salvarme de los mercenarios.

Era como si hubiera estado arreglado de antes.
Corríamos por la espesura del bosque que encerraba al pueblo hasta que llegamos al templo. Una inmensa construcción de piedras y madera de robles, con gruesos pilares y al estilo oriental con algunas modificaciones pues tan antiguo era que se había derrumbado algunas veces.
En el templo vivía la delegada de la clase, una chica muy inteligente que seguramente tendría alguna idea que podría salvarnos.


La buscamos por todas partes, peor a cada paso los pasillos, las habitaciones se hacían más y más grandes. La construcción mutaba de formas ilógicas hasta asemejarse a una inmensa casa de espejos.
Era como si intentara esconder a la chica de los mercenarios. Al fin dimos con ella, que estaba intentando levantar barreras protectoras alrededor de nosotros. Estaba con la mirada perdida, algo distraída. Nos costó muchísimo levantarla y llevárnosla.

Así fue como nosotros 3 escapamos. Pasamos a buscar a los que vivían más lejos y suponíamos que iban a tardar más en buscar. En total éramos 10 de los 25 del curso total. Éramos un grupo disparejo y poco colaborativo pero llegado a cierto punto nos jugamos por una propuesta prácticamente suicida. Iríamos al colegio a salvar a los demás.

La estrategia era sencilla, distraeríamos a los que pudiéramos y los haríamos perderse en los terrenos del colegio. Mientras la delegada el chico y yo rescataríamos a los del patio. Un sobreviviente nos había dado una combi para llevarnos a los que pudiéramos.
El plan entro en marcha, cortamos la luz y 7 linternas empezaron la distracción. Casi todos los mercenarios se fueron, solo quedaron 5.

Me acerque sigilosamente y uno por uno desataba sus pies y los hacía esconderse en la combi. Pero cuando estábamos por deshacernos de las ataduras de todos, uno de ellos sintió un ruido.
Sentí el cañón frio del arma en la nuca. Puse los ojos en blanco y espere lo peor. Un fogonazo alumbro el patio. Oscuridad total, el piso todavía más frio. Silencio.

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No sé que estoy haciendo acá.
No sé que me ha pasado, no sé quién soy. Viajo en un colectivo con un montón de gente que no conozco. Soy muda. Hasta hace unos días no podia escuchar. Mi voz es un chico de mi edad, que me respeta y entiende todo lo que quiero decir. El me quita el miedo que me da este lugar.
Pero no se porque nadie me quiere explicar porque estoy acá. No entiendo nada. 

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