jueves, 17 de diciembre de 2009

El cazador trasformado en presa

(16 de Septiembre de 2009)

Se asemeja a una sombra, asechando a su presa mientras se relame los dientes.
Su aliento caliente en contraste con el frío del exterior se transforma en vapor ligero, y se escapa de su hocico para encontrarse cara a cara con el invierno.
Pretende acercarse, persiguiéndola para colocarla en alguna situación delicada y poseerla al fin… completamente indefensa. Pero comete un error fatal al subestimarla, una equivocación que le costara mucho más de lo previsto.

No se imagina la técnica infalible de su presa… ella también es de su misma clase.
Contraataca con éxito, hiriendo uno de sus flancos descubiertos en su defensa fallida. Lastimado el lobo, retrocede, si bien su intento ha fracasado, regresa a la carga. Confiado en la fuerza de su cuerpo mucho mas pesado, descarga sobre ella un terrible golpe.

La presa cae, y mientras el cazador festeja su aparente gloria, esta se impulsa de un salto y se coloca sobre el, inmovilizándolo. No son capaces de hablar, pero sus ojos describen un dialogo que solo ellos comprenden.
-No pienso caer tan fácil ante ti- dijo amenazante la presa.
-Nunca pensé que seria fácil.
-Me parece bien que así lo creas… detesto a los lobos presumidos que se creen capaces de hacer lo que quieran.
-No es mi intención hacerte creer eso.
-Más te vale.

La presa atacó nuevamente pero esta vez con algo más de precaución, teniendo en cuenta de que sus anteriores movimientos, pese a ser instantáneos, habían sido de gran imprudencia.
Comenzó una pelea encarnizada entre ambos… La agilidad de la presa debía superar a la del cazador, pero este compensaba con su fuerza aquello que le faltaba en destreza. Lo que sí, ambos quedaron agotados y sin poder continuar.
-Tengo que admitir que eres un contrincante muy digno, pero también que he estado mintiéndote.- dijo la presa

Acto seguido cayó a un costado una falsa piel que convertía a la loba en un perro casero. Los ojos del cazador quedaron fijos en los de ella.
-¿Por qué te vistes así? ¿Reniegas acaso de nuestra raza?- exclamó indignado.
-Con sinceridad, si… realmente hay momentos en los cuales ser un lobo es algo desagradable para mi.- suspiró mirando hacia el cielo, mientras su aullido lastimero se elevaba en el aire.

Ambos permanecieron durante un buen rato en una tregua prácticamente implícita en su estado. Agotados y demacrados, atinaron a hablar poco y lo necesario para conocer algo mas sobre el otro.

Aun así, se notaba en la loba una desconfianza que no crecía ni disminuía. El lobo no se sorprendió por ello, dado que los de su raza se caracterizaban por no ser demasiado fiables ni tampoco ser capaces de otorgar confidencia.
Pasaron unos minutos más, y decidió romper el silencio.
-¿Por qué no vives con lo nuestros?- pregunto el lobo.
-No me agrandan del todo. Pienso que podrían ser mejores, pero no dejan de causar molestias.
-Deberías intentar regresar a tu manada. Seguramente te extrañan.
-No lo creo. Ellos tampoco disfrutan mi compañía. Así que ambos nos ahorramos una situación incomoda.
El lobo calló y la miró una vez más: patas firmes y musculosas, cabeza de hocico afilado y mirada profunda y oscura, una agilidad y velocidad efectiva a la hora de la caza. ¿Por qué no quería regresar, si era un ejemplo perfecto de su especie?
-No puedo entenderte…
-No necesitas hacerlo. Y tú… ¿Por qué estas aquí?
Una vez más, el silencio se instauro entre los dos.
-Perdona, no debería pedirte esta clase de confianza dado que no nos conocemos muy bien- dijo la loba de forma nerviosa.

El solo suspiró y comenzó a relatar su historia. La loba lo escuchaba, sin hacer ningún comentario al respecto.
Cuando todo quedo en calma, sus miradas se cruzaron. Y el sorprendido lobo se vio envuelto por el cuerpo de la loba.
-¿Qué haces?- preguntó
-Te ví algo perturbado… y solo me nació el impulso de reconfortarte.

Sorprendido, el lobo se libró de las patas de la loba, y se escabulló hasta un árbol alejado. Desde allí, avanzó a la carrera listo para atacar nuevamente, violando la tregua.
Ella, astuta, lo tomó por el cuello a la carrera con movimientos certeros y precisos, colocándolo contra el suelo.
Sus ojos le preguntaron por que, y los de el le respondieron que era miedo. Tan segura era en su mirada la respuesta, que la loba se apartó de encima del cazador, y lo dejo levantarse; junto con otra pregunta pendiente:
“¿A qué le temes tú, alguien de mi raza?”

Como fue capaz, el le dio a entender su razón. Tenia miedo a que la debilidad que poseía en el, saliera a la luz por sus sentimientos. Ella intentó ayudarlo, pero el lobo no quería saber nada sobre estar junto a ella.

La loba lo contempló de una forma extremadamente triste y hermosa, con su brillante hocico negro apoyado sobre el de él.
Cuando se le paso un poco el shock, el lobo lamió el pelaje de la presa, y ella le dio a entender con pocas palabras todo lo que pensaba.
“No importa lo que pase con nosotros estando separados, pensemos en aquello que podemos vivir juntos.”

No hay comentarios:

Publicar un comentario